Muxía

Mientras que Finisterre puede considerarse un popular destino hippy, Muxiá se salta el espectáculo y va directo al relax. Algunos dicen que es demasiado relajado y, de hecho, puede que te resulte incómodo poder sentarte durante horas en las enormes piedras que rodean el Santuario da Virxe da Barca, en el extremo más alejado del cabo. Pero inténtalo, es uno de los pocos lugares que quedan en los que puedes reclamar un trozo de tierra como propio mientras puedas mantener los pies sobre él.

Cerca del Santuario hay otros dos monumentos, uno natural y otro artificial. El primero es una piedra conocida como la Pedra da Barca, es una de las varias piedras de Galicia que se denominan oscilantes por su capacidad para mecerse con el viento. La segunda es la escultura tallada de una fisura llamada A Ferida (la herida), un monolito conmemorativo instalado para mantener vivo el recuerdo del devastador vertido de petróleo de 2002.

Hay dos pequeñas playas en Muxía, ambas en el camino desde Hospital y ambas bastante bien protegidas del viento y las olas.